Nunca rompas
las reglas
La
noche se cernía sobre nuestras cabezas y nosotros ya estábamos quebrantando la
primera regla. Las lapidas se alzaban a nuestros costados, y nuestro circulo
era iluminado por velas de distintos colores.
Nuestros
dedos estaban unidos, juntos sobre la copa, mientras nuestras voces sonaban al unísono:
-“Yo te conjuro, círculo
del poder, para que seas mi límite entre el mundo de los hombres y el mundo de
los espíritus…Nosotros te invocamos”-
las velas se apagaron y ahí fue donde todo comenzó.
Recuerdo
que al otro día nuestros nombres estaban en todos los noticieros, todo el mundo
hablaba sobre un supuesto asesinato, pero como puede tratarse de un asesinato
cuando el asesino ni siquiera está vivo. Recuerdo el dolor y el miedo. Lo último
que recuerdo es cuando me pregunte si yo realmente estaba allí, viendo aquellas
noticias o compadeciéndome por los que murieron.
Ese
día fue mi último recuerdo.
¡Microrrelato muy bueno!
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